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Prólogo: LQQDMA


¡Feliz Domingo mi gente hermosa!

Esta semana ha sido de mucha felicidad por el lanzamiento de "No te vi, te reconocí" en Amazon.

Estuve pensando mucho en como poder agradecerles todo el apoyo que me brindaron y... se me ocurrió mostrarles el prólogo de la novela de Tony y Natalia.

Aún estoy indecisa en subirla antes de Arecuna o no, pero eso se los contaré luego ;)

¡Feliz Lectura!

Lo que queda de mi alma

El día que conocí a Natalia Tamayo estaba lloviendo.


No llovía recio, solo lloviznaba levemente. El cielo estaba acumulado de nubes que cubrían los extremos de un gris plomo, con el sol oculto aquel pasillo de hospital estaba oscurecido, pero en ese momento no pensé que sería un mal presagio.


Tenía un mes de haber salido de la cárcel y dos semanas viviendo en Mérida.


La puerta del consultorio frente a mí se abrió y observé que una figura salió, una mujer que parecía ser de mi edad, su cabello estaba trenzado en una clineja desgarbada y su menudo cuerpo desprendía enfado.


―Odio esto, Clara, en verdad lo odio. Hay gente peor que yo, lo he oído, pero si te soy sincera estoy segura que no lo conseguiré.


―No digas eso, no hables así.


―No sé para qué sigo viniendo, ¿para qué me sigues llenando la cabeza de esperanza?, ¿tanta fe tienes, Clara? ―le espetó con rabia―, para ti es fácil porque no se trata de ti, ni de tu hijo, ni de tu esposo.


―¡Basta, Natalia, eres como mi familia! ¿Crees que todo lo que te digo es pura palabrería? Pues bien, piensa lo que quieras.

Clara, la doctora, cerró la puerta furiosa.


―¡Excelente manera de tratar a una paciente! —Le habló a la madera que acababan de tirarle en la nariz―, ¿de dónde sacaste el título?, ¿de una caja de cereal?


No pude evitar resoplar ante el último comentario. Al escucharme se giró sorprendida y la sangre abandonó todo su rostro, o eso pensé yo.


―Oh, no sabía… no pensé que había alguien esperando, generalmente a ésta hora ya no hay pacientes.


Torcí los labios y la miré. Su piel era blanca, tenía los ojos marrones y muy expresivos, en ese mismo instante desprendieron vergüenza. Estaban enmarcados en unas cejas delgadas y tan oscuras como su desastroso cabello, sus labios eran rosados y a pesar de que era muy flaca para mi gusto, un pensamiento cruzó mi mente.

«No está explotada, no es ardiente, pero es… bonita, algo en ella destaca.»


―¿Hola? ¿Vas a pasar? ―preguntó cruzándose de brazos en tono divertido―, realmente necesitas ser valiente para querer verla en éste momento. ―Mis ojos viajaron hasta sus labios, los cuales reprimieron una sonrisa, luego la miré a los ojos una vez más, ella parpadeó y pude notar sus pestañas largas y sus facciones infantiles, pero al mismo tiempo de mujer.


―¿Y entonces que sugieres? ¿Qué me marche? ―pregunté con voz seca.


―Es tu decisión, yo solo te estoy advirtiendo del peligro que corres al conocerla molesta, ¿es la primera vez que vienes? nunca te había visto por aquí. A esta hora suelo ser su única paciente.

―Es la primera vez que vengo ―confirmé secamente. No le diría más.


―¿Caracas? ―Me miró con curiosidad adivinando―, vienes de muy lejos al psicólogo. ―Aparté la vista y saqué fuerzas para mentir.


―No, no soy de Caracas.


―Y dime… perdona, no sé tú nombre.


Abrí la boca para contestar, pero la cerré al instante.

« ¿Qué demonios pasa contigo, Antony? ¿Le dirás a ésta chica quien eres y te expondrás? ¡Maldita sea, que idiota eres! »


―Ismael Arteaga ―solté cuando el único nombre que se me ocurrió fue el de mi compañero de celda.


―Y dime, Ismael Arteaga. ―Probó mi nombre falso en sus labios y algo en mi estómago se encogió―, ¿por qué no me cuentas qué clase de hombre eres?


―¿Qué clase de hombre soy? ―espeté mirándola sin comprender. «Alguien a quien no te conviene seguir interrogando» pensé―, bueno, supongo que te veré por aquí varias veces, ya tendré tiempo de averiguarlo.


Ella se acomodó la blusa y sin más comenzó a caminar dejándome ahí parado con cara perpleja, no supe que responder al instante, cerré y abrí las manos con ansiedad, sabía que no debía seguir ese juego peligroso, pero nunca hago lo que pienso y por eso siempre estoy metido en problemas, « ¿Por qué mierda harás esto? » Gritó la voz en mi cabeza.


―¡Ey, espera! ―La llamé y maldije mentalmente, ella se giró con una sonrisa filtrándose por sus labios―, ¡No me dijiste tu nombre ni qué clase de mujer eres tú!


―Yo soy Natalia Tamayo, y soy de esa clase de mujer que finge creerle a los mentirosos. Suerte ahí dentro, Is…ma…el. ―Soltó una risa suave y la vi marcharse, una punzada de auto decepción alcanzó mi pecho.

« ¡A la mierda todo, lo hice por tu bien! Natalia Tamayo, eres una maldita curiosa! »


Negué con la cabeza y una media sonrisa se filtró en mis labios, en ese momento no le di mucha importancia al hecho de que ella fuera tan astuta.


Grave error cometí al subestimarla, porque el poder de aquella bruja lista de ojos expresivos al poco tiempo revolucionó toda mi vida.


Se metió en el fondo, en mi corazón, en el fin. Y yo no pude defenderme mientras ella me regalaba la redención y juntaba los pedazos que quedaban de mi alma.

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